No sé qué tiene la literatura latinoamericana que siempre consigue sorprenderme. Este es el caso de El cerezo de las dudas de Carmen Maritza Jiménez Jiménez, una obra colombiana de realismo mágico inquietante y emotiva.

El cerezo de las dudas está lleno de espíritus. Despierta en el lector una sensibilidad desconocida. Libro y lector se escapan a ese plano extrasensorial dejándose llevar por una lectura que nos llama por nuestro nombre.

La novela de Jiménez es aparentemente sencilla. Un narrador omnisciente relata de forma detallada la experiencia de una mujer, Pía Celestina que es poseída por un espíritu malicioso en la Colombia de principios del siglo XX. Esta historia está basada en hechos supuestamente reales y la autora ha podido construir la historia gracias a la tradición oral familiar y los rumores que quedaron por la población. Así pues, Pía fue una bella mujer de gran intelecto que sufrió la posesión de un espíritu con nombre y apellidos, pues se trataba de un soldado muerto en la Guerra de los Mil Días y que sintió amor en vida por ella. Con la novela, hacemos un viaje a lo largo de la vida de este personaje, sin ningún interés argumental más allá de la narración de la sombra que lleva a cuestas nuestra protagonista. Y esto que parece simple, e incluso aburrido, acaba siendo hipnótico. 

Voy a intentar dibujaros el cuadro que enmarca a toda esta lectura. El foco central es Pía Celestina, el personaje atormentado por la posesión espectral del soldado desde su juventud. Lejos de sentir terror durante la lectura, sentimos una dulce conexión con el mundo del más allá. Rozamos la muerte y el espiritismo en sí mismo de una manera suave y poética. Esto, a su vez, crea en nosotros un sentimiento hogareño hacia el mundo que nos acoge, el mundo terrenal. El libro nos cuenta los esfuerzos de los familiares por liberar a Pía, el peso de soportar un espíritu, las creencias religiosas de un pueblo pequeño y las supersticiones entorno al suceso. Un cruce de chamanes, sacerdotes, árboles ancestrales, espíritus familiares... 

La narración acontece sin apenas diálogos y contiene un lenguaje prolijo. El léxico utilizado es pomposo, lo que requiere echar un vistazo al diccionario de vez en cuando. Esto sumado a la ausencia de acción, podría resultar tedioso. Sin embargo, la autora tiene esa prosa poética que tanto me gusta, esa forma de escribir que evoca sentimientos, olores, sensaciones, formas y colores que remueven un poquito el corazón. Además, creo que Carmen  se comunica con nosotros en su propia obra. Nos subraya lo importante que es para ella el valor emotivo de las palabras y nos lanza el mensaje de que no esperemos el esqueleto lingüístico de una historia, sino más bien una prosa embellecida con la poética colombiana, que sigue sus propias reglas.

La atmósfera es siempre melancólica y fría, lo cual es normal, pues la presencia de un espíritu siempre reduce unos grados la temperatura ambiente. El conjunto arquitectónico que rodea la novela es majestuoso, ya que la familia sobre la cual recae este mal es bastante adinerada. Y Pía Celestina nos evoca un poco a la Madame de Flaubert, salvando muchísimo las distancias, pero sí en relación a que ambas tienen que cargar con una dura condena (siendo esta condena diferente en cada una, así como la forma de afrontarla). 

En suma, espiritualidad y tormento se unen en El cerezo de las dudas de Carmen Maritza Jiménez Jiménez, a través de un bello lenguaje colombiano, para relatar la vida de una mujer de carácter fuerte y corazón noble. He evocado con ella el martirio de Emma Bovary, pero Pía Celestina es más fuerte y valiente que este personaje. Hay un espíritu malicioso siempre presente, así como otros elementos reales y conectados a algo más grande que nos envuelve a todos: los misterios del universo. Con todas estas variables es normal que nuestro cerezo tenga dudas.

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